Amo el cine, lo he amado desde que adquirí conocimiento de mi pequeño mundo interior, y por eso pido respeto cuando, no sin esfuerzo, alguien se obstina en dar un giro a lo ya visto anteriormente; quizá para crear lo que nadie pudo, ya fuese por falta de medios, de talento o vete a saber qué otras miles de razones. La cuestión es que si lo amo es porque, de tanto en tanto, y aun a pesar de los desatinos que puedan existir, los genios (los verdaderos) me deleitan con su gran hacer. Aunque mayoritariamente los directores y productores velen más por la taquilla, máxime en los tiempos que vivimos en los que lograr acaparar la atención es cada día más difícil.